miércoles, 23 de febrero de 2011

the pacifier

A quién se le habrá ocurrido llamar de esa forma a lo que nosotros conocemos como chupete? Ni idea, pero cuánta sabiduría, cuánta experiencia... qué cantidad de hijos habrá tenido el que sugirió ese nombre, no?

Anteanoche, en mi casa desapareció el chupete. "EL" chupete, nunca tuve uno de repuesto. Lo buscamos por todos lados, por donde se les pueda ocurrir, y no apareció. La conclusión fue que, como ya había ocurrido con el anterior, voló por el balcón:  los chicos de casi dos años tienen una gran habilidad para hacer que caiga cualquier cosa a través de los cuadraditos de la protección, esa que hace que no caigan ellos completos.

A las diez de la noche yo decidí que no iba a terminar el dia en la fila de Farmacity, como ya me había pasado. Hora de intentar dormir sin chupete. Y, noche histórica, se durmió sin chupete. A las diez y cuarto se acostó el gordo, ni un sonido, ni un reclamo, ni una lágrima. A las 8 de la mañana se despertó, tomó la leche, y siguió hasta las diez menos cuarto. 

La noche fue un éxito. Había que esperar que pasara el dia para disfrutar de la segunda noche en esta nueva etapa en la vida del chiquito.

Y así pasó el dia: gritos, lloriqueos, corridas por toda la casa, revoleo de juguetes, futbol y demás deportes de pelota en la sala. Aguanté lo necesario para que pasara la hora del sol fuerte y lo saqué al club: el río y la arena parecían la única salvación. Hasta yo necesitaba nadar un poco y apretar arena húmeda fuerte para descargar la tensión de la que el dia sin chupete me estaba cargando. Chapoteó, nadó, jugó en la arena, corrió, se tiró de los toboganes, jugó al metegol, pateó la pelota..... Tres horas estuvimos, pero nunca se cansó.

Volvimos a casa, lo metimos en la bañera llena de agua tibiecita y shampoo relajante. A las diez lo llevamos a la cuna. Los alaridos no los puedo describir. Hasta donde le caían las lágrimas tampoco.

Mi dia terminó a las diez y media en la fila de Farmacity.